La juventud de una niña y la antigüedad de dos culturas

Crecer con una identidad bicultural

Por Codi Trigger y Olga Siokou-Siova
Reimagine like a gamer: Sama Closeup picture
UNICEF/UNI357886
10 Septiembre 2020

Ella te dirá con orgullo: “Soy de Egipto”. Pero Sama, de 11 años, nació en Grecia.

Los padres de Sama migraron de Egipto a Grecia mucho antes de que ella llegara a la familia. Nació en Atenas y ha vivido allí desde entonces. Nunca ha estado en Egipto, pero se siente enormemente identificada con las raíces de su familia. Sin embargo, también tiene muchas características griegas.

 

Lo mejor de Egipto y de Grecia

Dos culturas antiguas muy presentes en la narrativa tradicional que ahora se ven entrelazadas. Esto nos dice mucho acerca de Sama, de sus talentos y de sus sueños.

Sama canta. Toca el violín. Escribe sus propias adaptaciones de los cuentos populares y también inventa los suyos propios.

El libro favorito de Sama, Abuelo el Mentiroso, de Alki Zei, es una prueba de que es una niña muy lista para su edad.

“Me gusta porque la aventura que vive la familia nos demuestra cuánto se quieren y se ayudan”, explica. “También me gusta porque, al final, descubrimos que el abuelo de la historia no es el abuelo real del niño protagonista, ya que el niño es adoptado, pero vemos que el abuelo lo quiere igual, aunque no sea su propio nieto”.

Nada puede ni debe tomarse al pie de la letra. Sama parece entender ya lo que una perspectiva tan singular como la suya puede ofrecer.

“Creo que puedo cambiar el mundo (con mis historias)”, sostiene con una voz humilde a la par que decidida. “Porque cuando los demás las lean, podrán aprender. Siempre se puede aprender algo de un libro”.

Entre la escritura y la odontología

El sueño de Sama de llegar a ser escritora tiene una ambición rival: ser dentista para poder cuidar los dientes de su padre.

La escuela la ayuda con sus dos pasiones. Los martes, Sama tiene clases de violín; los jueves va a clases de coro con El Sistema Greece, un proyecto sin ánimo de lucro asociado de UNICEF que ofrece clases gratuitas a los niños griegos y migrantes.

“La escuela es importante porque te permite socializar y hacer nuevos amigos que te acompañan en el futuro”, asegura. “Además, la escuela es la mejor forma de aprender cosas sobre el mundo, de estar educado y permanecer informado”.

Junto a los más de 45.000 niños refugiados y migrantes que hay en Grecia, una cifra que ha aumentado significativamente en los últimos años como resultado de décadas de violentos conflictos y disturbios en la región de Oriente Medio y Norte de África, Sama es un ejemplo muy positivo y esperanzador de una primera generación de niños migrantes plenamente integrada, y está empoderada para abrazar su rica identidad cultural.

Sin embargo, este no es siempre el caso para miles de niños refugiados y migrantes de Grecia y de Europa que tienen dificultades para obtener acceso a la educación o para crecer en entornos seguros que les permitan alcanzar todo su potencial.

La identidad personal de Sama es una demostración de que cada niño desempeña un papel distinto a la hora de reimaginar y crear un mundo mejor para todos. Nuestra única responsabilidad es eliminar cualquier obstáculo que pueda impedírselo.